Devociones

"TU DIOS SERÁ MI DIOS…", TU VIDA SERÁ MI VIDA!

TEOREMA JAVOUHEYNO:

MAS SE CONOCE A DIOS, MAS SE LE AMA; MÁS SE LE AMA, MENOS DIFICULTAD SE TIENE PARA CUMPLIR SU VOLUNTAD;
MENOS SE CONOCE A DIOS, MENOS SE LE AMA; MENOS SE LE AMA, MÁS DIFICULTAD SE TIENE PARA CUMPLIR SU VOLUNTAD.

BIENAVENTURANZAS JAVOUHEYNAS:

– FELIZ QUIEN SABE RECONOCER LOS MOMENTOS DE LA PROVIDENCIA Y NO SE RESISTE A SUS INSPIRACIONES.

– FELIZ, MIL VECES FELIZ QUIEN SÓLO AMA LA POBREZA Y TRABAJA TODOS LOS DIAS PARA ADQUIRIR LA HUMILDAD, Y AMA EL SILENCIO.

Ana María Javouhey, por Jesús, va hacia el Padre. Todo lo que ha hecho o dejado de hacer ha sido respuesta a la Voluntad de Dios.
Debemos preguntar a Ana María: ¿qué Dios que te ha seducido?
Y responderle, como Ruth frente a su suegra: “Tu Dios será mi Dios…tu pueblo será mi pueblo.”.

En su búsqueda de la Voluntad de Dios, que debía conducirla a vivir y a transmitir la fe y la caridad, Ana María Javouhey se recoge en las iglesias y capillas para pedir a Dios que la ilumine y sostenga.
La oración es un estilo de vida: hay que pedirlo siempre
Pidan insistentemente a Dios el espíritu interior
En la espiritualidad de Ana María, Dios tiene todo en su mano. El Padre de Jesús nos confía Su obra.
Ana María encuentra a Dios en la Biblia, ella relee su vida a la luz de la Palabra y canta al Señor… tenía un gusto, un respeto, una devoción muy particular por la lectura del santo evangelio: era el alimento sólido que convenía a su espíritu vigoroso; eran sus delicias y se llenaba de su riqueza.

La oración de Ana María está llena de ADMIRACIÓN a Dios: en la naturaleza, en los acontecimientos, en la selva. Ella es una entusiasta de Dios… admira la Providencia y descubre el rostro del Padre para conocerlo, amarlo y admirarlo.

En la oración de Ana María, la ALABANZA tiene un gran lugar. Alabanza a Dios por la variedad sorprendente de sus intervenciones en la congregación, su crecimiento, haciéndola crecer en santidad, ayudando a cada persona.

El amor de la Madre Fundadora por la Eucaristía se expresa en su vida, en sus cartas, en sus actitudes.
Para que haya vida eucarística, hacen falta sacerdotes. Madre Javouhey ha comprendido que ninguna raza debe ser excluida del sacerdocio.
Le encomiendo mucho nuestro pequeño seminario, ¡Cómo deseo que tengamos santos sacerdotes entre ellos!”
Me impongo la dulce ocupación de hacer penetrar en el alma de mis nuevos hijos las verdades de nuestra santa religión…”

Desde sus orígenes la Congregación fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús. Comulgando en el amor de Cristo a la humanidad y queriendo llevarlo al mundo entero, Ana María Javouhey dio a su familia religiosa una orientación esencialmente misionera.

La presencia mariana es evidente desde el origen de nuestra congregación, Ana María pone en manos de María las dificultades y las penas del instituto. Se dirigía especialmente a la santísima Virgen por fervientes súplicas. Le gustaba considerarla como la madre de la congregación.
Cada año se renueva la consagración del Instituto en un gesto de confiada fidelidad, abandonando a su Inmaculado corazón las Hermanas, sus familias y sus actividades apostólicas.